Un grupo de políticos han sido desahuciados del palacio de Estado. Las ordenes de expropiación han llegado hasta las cabezas del gobierno.
Policías, haciendo cumplir la orden judicial, exigen a los hombres y mujeres de Estado, tomar lo que tengan a mano y abandonar el lugar.
Desconcierto e impotencia caen sobre el grupo de políticos. El sistema hace su trabajo, y esta vez, es el propio estado el desbancado.
La columna de desahuciados avanza por las calles, colchones, lavadoras y algunos símbolos del gobierno son cargados hacia su destino final, la plaza. Sin embargo, el espacio público no es un sitio apto para acampadas y los sombríos servidores públicos, deberán enfrentar la severidad de la policía y la inflexibilidad de la ley.