¿Por qué juntarnos si aún no nos hemos separado? Cuatro años de formación dan para muchas cosas, compartir clases, inquietudes, procesos creativos, compartir ideas los unos con los otros, y sobre todo, ser familia durante todo este tiempo. Llegamos a este momento dándonos cuenta que, aunque es innegable la multiplicidad de pensamiento, las divergencias de opiniones y la diversidad de pasiones hacia distintas cosas, nuestro grupo ha sabido entenderse, respetarse, escucharse y trabajar con todo aquello. Llegando a la conclusión de que a pesar de esta pluralidad, compartimos algo que es fundamental,  una visión común del mundo en el que vivimos y un deseo de querer transformarlo.



Después de muchas reuniones, 
muchos cafés, algunas conversaciones de vestuario y pasillos, nos planteamos una idea "Si la gente no va al teatro, llevemos el teatro a la gente".

El teatro es un hecho social y muchas veces esta idea queda en un segundo plano. La raigambre social del teatro se está perdiendo, siendo reemplazada por una función simplemente contemplativa. En un manifiesto del T.A.S (Teatro de Agitación Social) presentado por Alfonso Sastre el 10 de octubre de 1950, se postula que “el teatro no se puede reducir a la contemplación estética de una minoría refinada. Puesto que lleva en su sangre la exigencia de una gran proyección social y es esta proyección social la que no puede ser meramente artística. Sin embargo, es necesario aclarar que con todo esto se plantea un teatro del pueblo, arte para el pueblo, pero en el sentido más riguroso de su utilización, para intentar incentivar el acercamiento del teatro a la sociedad y no sólo a círculos cerrados”.

Por esta razón surge la necesidad de rescatar el teatro callejero, porque defiende la concepción popular y colectiva del arte, acercando el teatro a todos los sujetos que son parte de una sociedad, apropiándose del espacio público y desalojando la normativa que hace de la ciudad un espacio privado. El teatro callejero interviene lo que funciona como privado y se llama público, y lo transforma en la escena perfecta para realizar un diálogo directo entre arte y espectador.


Para nosotros resulta urgente llevar el teatro a la gente, recuperando la dimensión social que lleva el teatro desde sus orígenes, saliendo a la calle y utilizando las herramientas que el Teatro Callejero, como modalidad teatral, nos ofrece. 


“El teatro no debe representar el mundo tal y como es, sino como nos lo imaginamos en nuestros sueños” (La gaviota- Chejov)